Por una depresión aislada en niveles altos (DANA), o “gota fría”, lluvias torrenciales inéditas provocaron una tragedia en el este del país; Pedro Sánchez pidió “no bajar la guardia” porque el fenómeno continúa
Las lluvias torrenciales como consecuencia del fenómeno denominado la “DANA” o “gota fría” en las provincias de Valencia y Albacete provocaron una de las peores tragedias de las últimas décadas en España.
El balance de víctimas de las inundaciones este miércoles es de por lo menos 70 muertos, pero todavía se cuentan decenas de desaparecidos en pueblos donde los servicios de emergencias apenas han podido acceder, según informó la Generalitat Valenciana. Su presidente, el popular Carlos Mazón, se limitó a hablar de “múltiples víctimas”, sin querer precisar todavía una cifra exacta. Los daños materiales son también, hasta el momento, incalculables.
A tenor de la catástrofe, el Congreso de los Diputados decidió suspender la sesión de control al gobierno que estaba prevista para este miércoles. El presidente, Pedro Sánchez, preside desde el mediodía en el Palacio de la Moncloa un comité de crisis, al que asistirán diversos ministros, para hacer un seguimiento de los efectos de la “gota fría”.
“Pido a los ciudadanos que no bajemos la guardia, la DANA continúa”, dijo Sánchez, en un mensaje a la ciudadanía.
Este miércoles estaban cortadas varias carreteras en las zonas afectadas, así como las conexiones ferroviarias, y se tuvieron que desviar unos 50 vuelos entre los aeropuertos de Madrid y Valencia.
De acuerdo con la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), esta fue la “gota fría más adversa del siglo en una Comunitat Valenciana”.
La “gota fría”, también llamada “DANA” (“depresión aislada en niveles altos”), ocurre cuando una “masa de aire muy frío que desciende de las capas altas de la atmósfera causa gran inestabilidad e intensas precipitaciones”.
En los pueblos alrededor de la ciudad de Valencia se recogieron unas cifras de lluvia récord, como en Chiva, donde cayeron en ocho horas cerca de 500 litros por metro cuadrado, es decir, una cifra equivalente a un año entero de precipitaciones en la región.
Por su orografía, con montañas y barrancos de un notable desnivel a unos 50 kilómetros del mar, esta es una zona proclive a las “riadas” o desbordamientos de los ríos en los episodios de lluvia intensa. Sin embargo, pocas veces se había experimentado una tromba de agua con una violencia parecida.
La madrugada del miércoles fue de pesadilla para miles de familias, que no podían localizar a sus familiares a medida que los medios de comunicación iban elevando progresivamente el balance de víctimas. El desbordamiento del río Magre provocó la inundación de varios municipios, así como de carreteras y de las vías de trenes que comunican Madrid con Valencia.
En las redes sociales, algunos videos mostraban calles con sus plantas bajas anegadas y decenas de coches apilados, turbulentos ríos arrastrando árboles y todo tipo de vehículos, o incluso derribando el puente de Paiporta como si fuera de papel.
Centenares de personas pasaron la noche en puentes elevados, aislados en polígonos industriales como el de Ribarroja, o encaramadas a los techos de sus casas o de estaciones de servicio a la espera de un rescate que no llegaba.
En Valencia, un rescatista pudo salvar a una persona que había quedado atrapada por las inundaciones junto con su perro. En el momento, que también quedó grabado, el agente de los servicios de emergencias los sujetó a ambos y tras ello fueron elevados desde un helicóptero.
Las escenas de angustia fueron dando paso a la indignación por la reacción tardía de los servicios de emergencia y ayuda. Por ejemplo, el teléfono puesto a disposición de las familias de desaparecidos por parte de la Generalitat Valenciana enseguida colapsó. También se criticó la falta de previsión y lentitud de algunos servicios de alerta, algunos dirigidos directamente a los celulares de la ciudadanía, pues en algunos casos empezaron a llegar a las 7 de la mañana, cuando ya era demasiado tarde. Y es que el temporal empezó aproximadamente a las 20 del martes, es decir, unas once horas antes.
Los espacios dedicados al tiempo en los noticieros habían advertido el martes de la posibilidad de lluvias fuertes alrededor del litoral valenciano y algunas regiones de Castilla-La Mancha, pero no de una inminente catástrofe.
La AEMET elevó el miércoles a las 8 el nivel de aviso naranja a rojo, el máximo, para el sur de Valencia. Se había calculado que la gota fría dejaría entre 150 y 180 litros por metro cuadrado, pero al final en muchos puntos terminaron siendo entre 300 y 450.
La DANA dejó lluvias de menor intensidad en las regiones colindantes, como el interior de Castilla-La Mancha, Murcia y Andalucía. Se espera que durante las próximas horas se traslade a las provincias de Castellón, Cuenca y Teruel, pero probablemente la descarga de agua será menor.
La catástrofe en España ha llegado apenas un mes después de unas graves inundaciones en el centro de Europa que provocaron la muerte de 24 personas. Los expertos advierten de que, debido al cambio climático, este tipo de fenómenos meteorológicos extremos que causan tragedias humanas y graves pérdidas materiales serán cada vez más recurrentes, pues la previsión es que pronto se superará el umbral de incremento de 1,5 grados de la temperatura terrestre respecto al período preindustrial.